CON CAPACIDAD DE ENCAJE

ENTRE EL PERICARDIO Y LOS SESOS BUSCANDO SENTIDO COMÚN

viernes, 2 de marzo de 2012

CUIDADO CON LO QUE VEMOS

Cerraba septiembre, allá por 2010, con una huelga general que fue una pantomima sindical. Yo andaba por Madrid viviendo en la calle San Marcos, paralela a la Gran Vía madrileña, y recuerdo que entré teléfono en ristre contando a pie de trinchera lo que allí se cocía para Cope Cantabria. Cuatro grupos de piquetes hacían un circuito circular que iba de la Puerta del Sol a Gran Vía, cruzando la calle Preciados, y que luego llegaban a Cibeles para girar hacia la Plaza de Neptuno, subiendo posteriormente por la Carrera de San Jerónimo, donde descansa el Congreso de los Diputados, y de allí a Sol y vuelta a empezar. Y parecían que eran muchos, y no eran más que los mismos pero repetidos, como una letanía. Y vi cerrar comercios, a pesar de que los trabajadores de dichos establecimientos les decían a los piquetes que ellos estaban trabajando porque querían hacerlo, que no estaban presionados por su jefe. Y vi como los escupían y los amenazaban mientras golpeaban los escaparates. Y tuvieron que cerrar por miedo.
Al día siguiente, 30 de septiembre, me fui a comer a un restaurante con mi amigo Goyo Jiménez. Allí andábamos moviendo el bigote cuando recibí una llamada de Walter. Mientras Walter y yo charlábamos, Goyo, que estaba leyendo El Mundo, me hizo un gesto y me susurro: Mira esta foto, está tomada en Santander. En ella se veía, a las puertas del edificio de un organismo público, a un guardia de seguridad que con el puño derecho en alto parecía que iba a hostiar a un sindicalista que parecía medio caído en el suelo. Conocía a ese guardia. Era mi cuñado. Entre lívido y aturdido le dije a Walter que luego le llamaba, que acababa de ver algo a lo que no daba crédito. La foto era demoledora. Brutalidad policial. El pobre sindicalista peleando por sus derechos mientras un animal vestido de guardia de seguridad le reventaba la cabeza.
Luego confirmé que la cosa fue exactamente al revés. El sindicalista golpeó al guardia, le rompió las gafas, que salieron volando, y le hirió en la parte derecha de la nariz, herida que no se apreciaba porque la foto mostraba el otro perfil del agredido. El guardia le agarró por el pecho y amenazándole con el puño derecho le invitó a que se fuera o le endiñaba dos hostias. Qué menos. Nunca hubo agresión.
Y esto no es una versión interesada de los hechos, no. Fueron dispuestas a disposición del guardia agredido, como prueba en un juicio posterior, los vídeos tomados por las cámaras de seguridad que rodean dicho edificio estatal y que confirman los hechos tal y como los cuento. Cuidado con lo que vemos.