CON CAPACIDAD DE ENCAJE

ENTRE EL PERICARDIO Y LOS SESOS BUSCANDO SENTIDO COMÚN

martes, 20 de diciembre de 2011

POR SUS ACTOS LOS CONOCERÉIS

Así fue. Lo escribí en esta misma columna hace catorce días y, sin que sirva de preservativo, acerté. El Partido Popular no iba a conceder grupo parlamentario a Amaiur, y de paso, como víctima colateral, como excusa o como coartada, a UPyD.
A pesar de las declaraciones de muchos dirigentes políticos, entre ellos del PP, de que el sentido común actuara como cataplasma para aliviar las heridas que deja una injusta ley electoral, y a favor de que el artículo 23 del Reglamento del Congreso se siguiese interpretando como hasta ayer, en favor de la pluralidad que promulga nuestra Constitución, el príncipe salió sapo. Y puede que les salga bien la jugada. Muy bien.
No entender el cabreo y la indignación de Rosa Díez es de muy poca sensibilidad política. Porque, en definitiva, el partido que ella representa aglutina más de un millón cien mil personas, que han sido utilizadas como cabras sacrificadas en el Monte Sinaí para regocijo del mandamás. Bien es cierto que se ha decido con el convencimiento de que UPyD iba a poder formar su propio grupo parlamentario con Foro Asturias, pero se decidió; y lo que se decidió fue impedir que tuviera por derecho lo que, no en buena lid, sino en mala lid, siempre compitiendo en inferioridad, se había ganado con creces. Y quieren que no se enfaden. No veo yo a Rosa Díez por sevillanas después de la colleja recibida. Hizo lo que debía: dejar claro que no son lo mismo que los innombrables, una y otra vez, y así hasta un millón ciento cuarenta y tres mil doscientas veinticinco veces.
Otra cosa muy distinta es que al PP la jugada, si al final la justicia a la que recurrirán los innombrables le da la razón, que todo apunta a ello, le salga a las mil maravillas. La estricta interpretación, para todos, del reglamento del Congreso arrebata la excusa a los innombrables para que se martiricen por los caminos entre caseríos al grito de fascismo y otras estupideces. UPyD entrará en el Congreso por la trampilla del sótano y al final la mayoría sólo se acordará del resultado, no de como fue de humillante, para algunos, el partido. Muy poco sentido del compromiso y de la responsabilidad hubiera tenido Rosa Díez si no hubiera puesto el grito en el cielo, sino se hubiese revelado contra la injusticia que supone ser medido con la misma vara que utilizan para atizar a unos elementos que siguen sin condenar a ETA. Se penaliza a los terroristas, pero a costa de las espinillas de los votantes de UPyD. Espero que por lo menos sirva para algo. Ahí tiene el nuevo gobierno la proposición no de ley, presentada por UPyD, para que inicie el proceso de ilegalización de Bildu y de Amaiur. Por sus actos los conoceréis.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

GRUPO PARA UPyD

Tengo la ligera impresión, aderezada con un tufillo legalista, de que el gobierno de Mariano Rajoy pretende dejar sin grupo parlamentario a UpyD. Y se agarrará, como la protagonista de Dirty Dancing a su bailarín predilecto, al caso Amaiur. O los dos o ninguno; y claro, tratándose de proetarras, pues ninguno. Y así, de un sólo plumazo, cerrar la puerta del grupo parlamentario a los abertzales y a los abortistas/fachas -como les gusta llamarles a los del PPSOE- del partido político que más ha crecido en las últimas elecciones generales.
Lo de Amaiur, aunque me patee las gónadas, no tiene un pase. Para conseguir grupo parlamentario, la izquierda abertazale debería haber conseguido el 15% de los votos en aquellas circunscripciones en las que se ha presentado, consiguiéndolo en todas las provincias vascas pero quedándose a una sola décima en Navarra. Y digo que no tiene un pase porque ya existen precedentes con otros partidos nacionalistas. En otros casos, se recurrió a hacer la media entre las distintas circunscripciones y se permitió la formación de grupos parlamentarios, por lo que parece sectario, incluso antidemocrático, que a los cachorros de ETA se les prive de esa posibilidad.
Sé que suena paradójico y que revuelve las tripas que los miembros de Amaiur puedan acusar al parlamento español de antidemocrático, pero así es. Otro caso, sangrante y vergonzoso, es que pudieran presentarse a las elecciones; pero llegados aquí, o se les da el grupo parlamentario o se procede, a través de la Ley de Partidos, a ilegalizarles. Lo otro sería elegir el camino del medio, que transita entre la indecencia de la legalización y el sonrojo que produciría impedir, por mis santos cojones, que el parlamento español refleje la situación política real de este país, o lo que sea esto.
Lo de UpyD es de proporciones bíblicas del tamaño de tres décimas, las que le faltaron para llegar a ese 5% necesario para obtener grupo propio a través de esta indecente Ley Electoral. Pretender, cuando ya se han hecho con anterioridad juegos malabares con los porcentajes necesarios para conseguir grupo parlamentario, que casi un millón doscientas mil personas queden relegados al grupo mixto, privándoles de voz propia, sería un movimiento parafascista. Acallar, silenciar y relegar a UpyD, un partido preñado de voces nuevas, interesantes, implicadas en la construcción de España, con una masa social joven digna de mención, trasversal y decente -único partido que no llevaba en sus listas a ningún imputado-, sería una cuchillada a la voluntad popular ¡Ay, quién fuera
banquero para que me indultasen!
No saben lo que deseo equivocarme.

lunes, 28 de noviembre de 2011

SEQUÍA

Artículo publicado el domingo 27 de noviembre.

Como se lo cuento. Pasan de las dos de la tarde de hoy mismo (por ayer sábado), y estoy enfrentado a mi Ibook más seco que la credibilidad de Pepiño Blanco. En el salón de mi refugio madrileño, con un sol tibio que ataca por detrás, por la espalda, y al que caigo rendido de placer. Una cervecita bien fresca y una excelente longaniza payesa me amenizan los sentidos y las lorzas. Coches que van y vienen es lo único que se deja oír. Debe ser verdad eso que dicen de que en la felicidad uno se encoge de inspiración, que se atonta, que se ablanda. Quizás. A mí me ha pasado esta semana. Ha sido una semana divertida, sin estridencias, pero interesante. Tuve visita durante un par de días de amigos de verdad: Peru, que aterrizó en Madrid desde Sudáfrica haciendo escala en Londres; y un tal Walter, uno de Porrúa, el hombre que susurraba a los micrófonos creo que le llaman por el norte de España, o lo que sea ésto. Entre disfrutar con Peru cuando me contó, con los ojos como dos pantallas del Cine Exín, la inmersión en una jaula presenciando como un tiburón blanco, a cinco metros de él, devoraba una cabeza de atún; y los debates a voz alzada con Walter sobre la superioridad, según él, del Real Madrid sin Ronaldo sobre un Barcelona sin Messi, uno se distrae y se lo pasa en grande. Y abandona la lectura de los periódicos, y deja de ver las noticias en los telediarios, y no escucha las tertulias radiofónicas... Y dejas de vivir en este mundo para recuperar, aunque sea por un instante, tu propio mundo, el que nunca deberíamos dejar de vigilar y proteger.
Así que estoy relajado, tranquilo, apurando este folio con ustedes y mirando de reojo al reloj que me dará el pistoletazo para iniciar la carrera al teatro cuando llegue la hora. Hoy toca doble función.
Desde el hígado escribo mejor que desde el corazón, con más fluidez.
Podría hacer leña del árbol que no se llegó a plantar. Datos contumaces tengo para ello, para contarlos, analizarlos y avergonzar -perdón por el optimismo, éstos no se ponen colorados ni yendo al médico sin cambiarse de muda-, a toda la ralea antropófaga que anda a bocados al grito de “que el último cierre la puerta”.
Pero hoy no toca. Hoy toca pensar que sigue habiendo motivos, y que siempre los habrá si sabemos hurgar en los cajones adecuados, para seguir trabajando más y cobrando menos sin perder la sonrisa de la boca. Y en estos días puñeteros, ser capaces de sacar lo mejor de nosotros y no lo más miserable. De nosotros depende.

viernes, 25 de noviembre de 2011

CAMBIO DE ESTILO

Publicado el 20 de noviembre en el diario El Mundo Edición de Cantabria



No se trata de cambiar de color, ni de signo. Se trata de cambiar de estilo, de dignificar la política -si ello es posible-. Sobre todo cuando uno se entera de despilfarros cometidos la semana pasada. No cuando la economía era boyante y excesiva. No cuando el dinero corría a espuertas por las arterias de los caudales públicos. Derroches de hace unos días. Cuando el paro es el que es, a día de hoy. Cuando España tiembla de miedo ante el porvenir. No se bajan del burro ni aunque el Tío de la Vara los azote con su garrocha justiciera. Al loro.
La ministra Salgado autoriza el gasto de 2,1 millones de euros en cestas de navidad. En este documento, firmado por la ministra de Deseconomía, se detalla con precisión cómo debe ser la calidad y el peso del jamón, así como la cantidad y marcas de las bebidas y demás viandas que se comerán y beberán, a la salud del resto de los españolitos, alrededor de quince mil funcionarios de empresas públicas; mientras otros ciudadanos aliviarán tragedias pesando alimentos básicos en la báscula de la Operación Kilo. La excelsa ministra, queriéndose curar en salud, se justifica diciendo que ha suprimido un gasto de 600.000€ de las cestas de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre que establecía, textualmente, un jamón ibérico de recebo, de siete a siete kilos y medio, con una curación mínima de veinticuatro meses y, además, deberá entregarse con una certificación de la calidad de la pata del cerdo. Parpadee, querido lector, parpadee.
No hablo de partidos políticos, aunque se vislumbre mi enojo, hablo de estilo, de metodología.
Lo que no puede ser, y será, es que un ministro del Gobierno de España, que esta misma noche nos va a dar los resultados de las elecciones, celebradas bajo el manto gris oscuro de una crisis burda y puñetera que parece no tener final, pueda hacerlo estando implicado hasta los glúteos en un caso escandaloso de corrupción, perdón, de corrución. Y lo que más me enrabieta es que haya imbéciles que lo justifiquen al grito del “y tú más”.
Hablo de saltar de carretera, no de girar de sentido y continuar por la misma avenida que nos ha traído hasta este páramo tan desolado. Hablo de buscar otros paisajes, otros oficios y otros horizontes.
Mañana comienza una nueva etapa en la historia de este país puñetero, perezoso y cansino, y los éxitos del nuevo gobierno serán los éxitos de todos nosotros, porque a pesar de aquellos que están convencidos de que ellos son los mejores y los contrarios la sombra de la ruina, no concibo que todos no deseen lo mismo: lo mejor para este país puñetero, perezoso y cansino.
Uno que no votó a Rajoy...

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿IGUALDAD?

La igualdad, con el paso del tiempo del reloj de Zapatero, al que daba cuerda el PSOE, se ha convertido en la enemiga pública número uno de la libertad. Por definición, la libertad genera desigualdades. Porque cuando uno escoge, libremente, el camino a seguir, el trabajo a realizar, el tiempo dedicado a los menesteres escogidos, los apoyos seleccionados para no perder el equilibrio y la cantidad de sudor invertido en la carrera, los resultados son, o deberían de ser, totalmente distintos, desiguales. Y si no fuera así, para qué esforzarse, para qué sudar si el marcador, al final del tiempo reglamentado, siempre va a reflejar empates. Esa igualdad chapucera que nos hace coincidir por el extremo inferior de la vara de medir, nos empobrece, nos desmotiva y, lo que es peor, nos envilece.
Decía Santos Discépolo, en su maravilloso tango Cambalache, referido al siglo XX, que perfectamente se puede aplicar a lo que llevamos gateando del siglo XXI, que “hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,/ ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador./ Todo es igual, nada es mejor,/ lo mismo un burro que un gran profesor./ No hay aplazaos, ni escalafón,/ los inmorales nos han igulao./ Si uno vive en la impostura/ y otro roba en su ambición,/ da lo mismo que sea cura,/ colchonero, Rey de Bastos,/ caradura o polizón.
Y todo el mundo tiene derecho a todo. El maná cae del cielo, la ropa crece en los naranjales, las viviendas son accidentes orográficos del terreno, la sanidad es un acto filantrópico, la educación un trámite que cualquier zote puede superar y la fiesta un derecho adquirido al que se subvenciona para regocijo de la plebe.
La igualdad ha arrasado a la cultura del esfuerzo, de la valía y de la excelencia. Y hay tanta gente apelotonada en la puerta de salida, que ya no sale ni Dios.
¿Igualdad? Por supuesto. Igualdad en una educación universal, gratuita y de calidad; en una sanidad de primer nivel y para todos; ante una justicia rápida, independiente y que no escape de ella ni el yerno del Rey; y a partir de aquí, como dicen los pasiegos, la vaca por lo que vale.
La igualdad sin justicia es socialismo puro y duro; la justicia igualitaria, es equidad ¿Es justo, por ejemplo, que un profesor universitario llegue al aula, suelte su discursillo en diez minutos y desaparezca de la faz del campus; mientras otro docente, mucho más responsable, se quede su hora completa, dé toda clase de explicaciones y reciba en su despacho a cualquier alumno para lo que sea menester, y ambos cobren lo mismo?
Recuerdo aquel anuncio de neumáticos que rezaba: la potencia sin control no sirve de nada. Pues eso: la igualdad sin compromisos individuales, elegidos libremente, es una ruina.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

LOS SANTOS INOCENTES

El actual gobierno del PP de Cantabria denuncia la desaparición de 212 obras de arte que el anterior gobierno del señor Revilla y del Psoe compraron a diferentes artistas. Posteriormente aparecieron la mitad en una nave: olvidadas. Con el consiguiente enfado de los artistas.
También se descubrió, en otra nave olvidada, centenares de miles de euros en merchadising del Año Jubilar Lebaniego del año 2006-2007: camisas, gorras, trípticos, mecheros...
De estos descubrimientos nació este artículo.

Me la trae al pairo el motivo por el que salen a la luz. Porque es su presencia la que nos avisa de quien maneja nuestros duros. Me importa un rábano que sean tres, treinta, treinta mil o trescientos mil euros. Porque no se trata de precio, se trata del valor que tienen, o que no tienen, los gerifaltes regionales que camparon a sus anchas: con prepotencia, con soberbia, sin escuchar. Me da igual que sea una estrategia del PP en busca de réditos electorales. Porque vivo, sin vivir en mí, en el convencimiento de que ellos, PSOE y PRC, hubieran hecho lo mismo: y no me consuela, me entristece. Que me da lo mismo que sean cuadros, gorras, condones fosforitos o jabón para el chichi. Porque no se trata de cosas, se trata de valores: honestidad, responsabilidad, compromiso, servicio, y no ser vicio: el vicio de sentirse rey y no lacayo.
Las obras de arte desaparecidas, compradas como quien da limosna, u olvidadas en un almacén del tipo que tienen los americanos para salvaguardar de la sociedad restos biológicos de alienígenas y pedazos de un OVNI que se estrelló al norte del Gran Cañón del Colorado. Así me lo imagino. Los palés del mercadeo jubilar, para vestir diez veces a Los Sabandeños. Que me da igual. Que la cuestión es que al pájaro se le conoce por la cagada, y que si en estos asuntos, que a algunos les puede parecer minucia, se comportaban con tanta ligereza y manga ancha, qué no habrá pasado con los proyectos de envergadura. Porque no tendrán la jeta de pedirme que me fíe de ellos. De todos ellos. Y lamentablemente, no es sólo un problema regional. Que me la refanfinfla que hayan sido tres trajes que la colección completa de Armani. Que la gasolinera fuese de Campsa o de Respsol.
Que iban por ahí tirando los duros, y luego había que besarles el anillo. Que manejaban tanta dinero que les quemaba en las manos; las mismas manos que luego ponían en el fuego por la honradez de su gestión. Que no se trata de robar, que no digo yo que alguno haya pillado cacho, se trata de gobernar para todos; de no crear una red clientelar donde sólo ganan los amigos de Su Majestad; de que el Estado lo habiten los más capaces y no los hijos de los primos, que luego reverenciarán al Emperador al paso de su carroza, por el hecho de ser los hijos de los primos, divisibles únicamente por ellos y por la unidad gobernante; de que todos tengan, en la línea de salida, la misma equipación, las mismas oportunidades de preparación, y luego, el que más corra, antes llegará a la meta. Me los imagino como en Los Santos Inocentes, colocando al populacho en fila india mientras el señorito, latifundista y omnipotente, les reparte unas perras gordas a modo de dádiva depresiva. Así nos fue, así nos va.

martes, 1 de noviembre de 2011

ASINTENTES, ASISTENTAS Y ASISTENTOS

No puedo con ellos. Hago yoga, taichí, acupuntura y me trago, noche sí noche no, la discografía completa de Manu Tenorio. Busco la paz interior, indago en los ritmos de mi propia respiración y me acuno en los latidos que van dilatando las arterias que recorren, de arriba abajo, este cuerpo serrano ¡Olé! Pero no puedo con ellos.
Sé que estamos en precampaña, aunque los socialistas nunca dejan de estar de rapiña electoral, y en estas fechas todos lanzan sus proclamas y arengas como quien lanza caramelos en la cabalgata de los Reyes Magos: Tú tira dulces, Melchor, que alguien los chupará aunque estén caducados.
El último vídeo del PSOE, ese de la asistenta que lleva a Borja Mari a la school, es de una indecencia tan estridente que algunos miembros del propio partido socialista se tapan la cara para evitar que se les vea el sonrojo. Y no voy a apuntar en este folio la hipocresía jacobina que hace que muchos de los dirigentes del puño manden a sus hijos a la escuela privada o concertada mientras se les llena la boca en defensa de la enseñanza pública, más que nada porque ya ha quedado suficientemente resaltada por tantos y tantos comentaristas de medio pelo, o de ningún pelo, como un servidor.
En primer lugar, sólo los necios confunden valor con precio, como diría el poeta, y en eso la izquierda se lleva el premio a la necedad. La comunidad de Madrid es la que menos dinero invierte por alumno en este país. Sin embargo, son los niños madrileños los que obtienen la mejor nota media de este sin Dios educativo. Y como lo contable no es discutible, sólo los obtusos se retuercen ante este dogma numérico. Otro dato: un alumno, en la escuela pública, viene a costar al estado, es decir a todos nosotros, entre 5.000 y 7.000 euros al año mientras que el coste del mismo alumno en la concertada no pasa de los 3.000 euros. Con estos dos apuntes queda claro que la inversión no es directamente proporcional a los resultados.
En segundo lugar, si yo fuese una asistenta doméstica, mañana estaba delante de la sede del PSOE acordándome de la madre y del padre del ideólogo del susodicho vídeo. En este mundo que nos ha tocado transitar, el objetivo educacional, sobre todo en primaria y secundaria, no debería buscar réditos profesionales y/o económicos. No. Debería servir para hacer que nuestros chicos sepan discernir, pensar por sí mismos, analizar y encontrar la felicidad allá donde les toque estar, además de preñarse de conocimientos y valorar el esfuerzo.
Qué prefieren ustedes, un hijo neurótico y desgraciado con trescientos masters o un hijo asistente doméstico que sea feliz y equilibrado. Yo, que sea feliz, aunque sea asistente, asistento o asistenta.

sábado, 29 de octubre de 2011

CANTAMAÑANAS

CARTA ABIERTA A REVILLA

Señor Revilla, siempre fue usted un cantamañanas, antes y después de llegar a la presidencia de Cantabria; y, sobre todo, durante su mandato infame. Dos legislaturas tramposas, populistas e indecentes que han dejado a nuestra región, ya no en el vagón de cola de toda la cornisa cantábrica, sino fuera de los planes que señalan hasta 2030 y que nos relegan hasta el 2050. Ya no se oirá el chacachá del Ave revolotear entre las montañas y valles de la Tierruca; y que usted, por edad -aunque le deseo larga vida, pero alejado de la política a la que usted hace tanto daño- no verá. Y que yo, a pesar de mediar los cuarenta, veré, si es que lo veo, embutido en uno de esos pañales diseñados para retener las pérdidas de orina.
Ni los viajes en taxi a la Moncloa que lo parió; ni los sobaos ni quesadas que se cuajaron para su fama y egocentrismo; ni su apoyo a Zapatero en las anteriores elecciones generales que dieron como resultado la peor legislatura de la democracia española; ni el paripé absurdo en Monzón de Campos, al más puro estilo de los vendedores de crecepelo del antiguo y lejano oeste; ni las demagógicas declaraciones en las que afirma que ahora, más que nunca, nunca que más, necesita los votos que le coloquen en Madrid para seguir defendiendo los intereses de Cantabria ¿Quiere venir a Madrid? Venga, pero a ver el Rey León. Con un poco de suerte aprenderá lo que es el compromiso, la entrega, la seriedad, la defensa de intereses colectivos y la responsabilidad con aquellos a los que representa.
Porque aquí, en Madrid, todos se ríen de usted, y de paso, por extensión, de Cantabria. Aquí, en Madrid, le ven como un friki graciosete al que llevarían a las fiestas para que les anime el cotarro, pero al que nadie sentaría en una mesa a discutir de temas capitales para este país o para nuestra región. Venga a Madrid y traiga a Dolores Gorostiaga, y se van a Ferraz y se ponen los dos, en amor y compañía, de huelga de hambre frente al bastión socialista. Y si no tiene agallas para ésto, que no las tiene, váyanse los dos a ver el Rey León. O se trae usted a Marcano, que con ese verbo fluido y catedralicio y ese porte de galán venido a menos, triunfaría en Chueca y sus aledaños.
Y ahora se siente engañado y traicionado por Blanco, por Alí, por el PSOE, por el FBI y por la UNESCO.
Muchos se lo avisamos durante el trayecto y usted se rió de nosotros convencido de que seguiría en la poltrona. Pues aquí estamos, más o menos por donde dijimos que acabaríamos para desgracia de todos. Y usted quiere venir a Madrid a seguir defendiendo a Cantabria. Pues si quiere defender los intereses de Cantabria, golpéese en el pecho, entone el Mea Culpa y coja carretera de Polaciones. Cantamañanas.

domingo, 23 de octubre de 2011

LA CHICA DEL METRO

Suelo ir en metro a trabajar. Al alimón. Unos días utilizo el coche, los menos; pero habitualmente utilizo el metro. Salgo de mi casa madrileña, que está ubicada en el norte de la ciudad, concretamente en la calle Monasterio de Liébana -ya es casualidad acabar en una calle tan cántabra entre las miles que pueblan Madrid- y a unos doscientos metros tengo la parada del metro: Montecarmelo, de la línea 10. Me sumerjo en los sonido de mi Ipod, entre rieles, sudores, voceras, lectores que se mueven con su libro al ritmo del traqueteo del vagón y personas que parecen ausentes y que reaccionan de manera automática cuando llegan a la estación de destino, esperando llegar a la estación de Alonso Martínez, donde realizo un trasbordo a la línea 5 que me dejará en Chueca, a unos cien metros del teatro donde de martes a domingo me derramo en el escenario.
Hace unos días, caminando hacia el andén de la línea 5, subíamos en procesión silenciosa y ordenada por unas escaleras que no necesitas subir, de esas que se mueven solas, y donde una joven, a la que no vi la cara porque iba unos diez metros por delante de mí, casi vestida con una casi minifalda, utilizaba la mano derecha para arrimar la breve tela a su culo y privarnos así del paisaje que formaban el final de sus piernas y el principio de su tanga. Es lo que tienen las escaleras mecánicas, que vas por debajo mirando hacia arriba o vas por arriba mostrando tus vergüenzas a los que miran desde abajo. Y la escalera acabó y la mano derecha de la joven volvió a sus quehaceres mientras los ojos ávidos enfocaron a la dirección que debían seguir. Y me acordé de los socialistas. No sólo se han quedado con el culo al aire, sin prendas con las que taparse, sino que ahora nos acusan de tener la mirada sucia. Ahora somos el resto de los españoles, los que les señalamos con el dedo índice, los culpables de que ellos se hayan quedado en pelotas.
Pretenden, con la cara más dura que la Venus de Milo, que olvidemos sus strepteases, sus excesos, sus delirios y sus derroches y acusan a los que tienen que comprar abrigos para el duro invierno de recortar lo imprescindible para conseguir dinero para esas prendas que eviten que el frío invernal nos parta a todos el alma por donde más duele.
La chica del metro se tapó el culo, acabó el ascenso y siguió su camino sin reprochar a nadie las miradas que seguramente presentía sobre sus nalgas. Ellos, los socialistas, te enseñan el culo y cuando llegan al descansillo que anuncia el final de la escalera que les llevaba hacia arriba se giran y, desafiantes, te acusan de pervertido ¡Qué jeta, Dios mío, qué jeta! 

miércoles, 19 de octubre de 2011

LA TELA DE ARAÑA

Andaba con un amigo, un compañero del teatro, tomando unas cañitas después de la función que tocó hacer. Él es socialista, incluso llegó a estar afiliado al partido de la rosa y el puño: el puño para atizar y la rosa para endulzar la hostia. Y andaba cabizbajo, confundido, estupefacto. El motivo del bajón de sus biorritmos no era otro que las acusaciones de la supuesta corrupción del todavía ministro Blanco, cada vez más azul oscuro casi negro. Es que no se salva nadie, estamos rodeados, repetía como una letanía cansina y taladradora. Y lo que más le indignaba, más que la reunión en la gasolinera -estupidez suficiente para que este señor se exiliara a la isla de Santa Elena, o en su defecto a la isla de los Ratones-, más que los supuestos trescientos mil euros de mordida, más que el primo que actuaba como el primo de Zumosol, era, para alimento de su desesperación, la tela de araña que Blanco había tejido alrededor del Ministerio de Fomento y de todas las empresas que conforman su conglomerado. No se conoce una de esas empresas que no esté dirigida o presidida por amiguetes del “supuesto corruto”. Ésto le parecía más peligroso que rebañar pasta del arcón público. Y no le falta razón. Son demasiados los políticos que después de haber ganado unas elecciones -no les digo nada si lo hicieron con mayoría absoluta- manejan la administración como si fueran los dueños del cortijo y no sus administradores. Prescinde de cargos viejos, con independencia de los resultados que hayan obtenido, y los sustituyen por gente de su cuerda, por agradecimientos a los servicios prestados o por la cantidad de vaselina que son capaces de atizarse, sin rozar el rubor, cuando les ordenen que se bajen los pantalones.
Con este tipo de actuaciones, el contrapeso de poderes, imprescindible para la salud democrática, se desvanece como la “p” de “corruto” en los labios de Blanco. Si no eres del partido que gobierna, incluso si no eres de ningún partido, sabes que jamás podrás optar a ciertos cargos, por muy preparado que estés y por muy idóneo que seas para el puesto. Y eso si no eres como Agustín González, el ínclito alcalde de El Barco (Ávila), del Partido Popular, que entonces no enchufas a nadie. Para qué, pudiendo arramplar él sólito con todo. No le basta con la alcaldía, también es presidente de la diputación de Ávila, presidente de Caja Ávila, presidente de ASIDER -que gestiona los fondos europeos de la zona-, presidente de la mancomunidad de servicios de Barco y Piedrahita, presidente de la Fundación Cultural Santa Teresa y consejero del Banco Financiero de Ahorros.
Eso es lo que tejen: telas de araña, imposibles para los débiles, endebles para los poderosos.

lunes, 27 de junio de 2011

Tonterías las Justas

Iba a dedicar este artículo dominguero a la señora Gorostiaga, que ha pedido a Nacho Diego, futuro presidente de Cantabria, que ejerza el poder sin prepotencia y con responsabilidad, y no recuerda -¡qué mala cabeza la suya!- cuando Revilla, el cantamañanas que ella puso al timón de Cantabria, decía aquello de veintidós a diecisiete –en alusión al número de diputados que tenía la coalición PRC-PSOE frente al PP-, y ella sonreía; o cuando el ínclito Agudo, al que colocó al frente de las finanzas públicas contestaba, a las demandas de libros contables, que el que quiera ver los libros que gane las elecciones: dicho en castizo, que el que quiera peces se moje el culo. Por la boca muere el pez, señor Angulo, aunque a veces también mate.
Pero no, no le voy a dedicar el artículo completo, más que nada porque me aburre esta señora. Haber conseguido que el PSOE cántabro sea el menos apoyado en toda España, con un ridículo 16,31%, parece que no le basta para entender a donde le han mandado los ciudadanos. Pero nada, señora, usted a lo suyo. Recoja su acta de diputada y a seguir chupando de la teta de la vaca pública. Que usted lo mame bien.
Y también estoy harto de escuchar que la culpa de todo la tiene el Sistema. Claro, nada tiene que ver que este malherido país esté habitado por españoles -algunos más que otros, cierto es-, quijotescos y lazarillos. Claro, ninguna responsabilidad para quien elige a los que mejor nos presten servicios partidistas en lugar de a los mejores, como en el Tribunal Constitucional, que ha pasado a ser la Tercera Cámara Legislativa del país. Claro, la culpa es del Sistema que nos permite hacer barrabasadas y no de la falta de sentido de Estado, de sentido común y hasta de sentido estético de quienes nos han traído hasta aquí a empujones mientras les gritábamos que no nos tocaran, que esto se hundía. Claro, el Sistema, el puto Sistema y no el lobby sindical que impide llevar a cabo una reforma laboral que flexibilice el mercado de trabajo, como en Alemania, como en Francia, como en Holanda, para favorecer la contratación. Claro, el Sistema es el culpable y no quienes manejan el Sistema.
Hemos sido muchos los que hemos porfiado por reformar la Ley Electoral; por separar el poder judicial del político; por hacer desaparecer, ya no el gasto público que es necesario y justo, pero sí el despilfarro absurdo y descontrolado; por ampliar la participación ciudadana. Y lo hemos dicho y hecho con nuestros nombres y firmando a pie de página, a pecho descubierto. Hemos apostado por reformar este Sistema, que con sus carencias sigue siendo democrático y representativo. Así que a todos aquellos que van dando clases de democracia y compromiso, como diría Florentino Fernández, tonterías las justas.

jueves, 16 de junio de 2011

Emprendedores y empresarios

Es curioso, cuando a alguien, con iniciativa y valentía, se le quiere dejar en buen término se le llama emprendedor; cuando se le quiere humillar, se le denomina empresario.
Y así andamos en pleno siglo veintiuno, con unos sindicatos de clase que no tienen la más mínima clase y con una casta empresarial que parece preocuparse más de los grandes empresarios que de las pequeñas y medianas empresas, que son las que contratan a más del 80% de los trabajadores españoles. Y están, con tantos o más motivos que los acampan a sus anchas en plazas y plazoletas, indignados hasta el tuétano. Si los indignados que se aferran al 15M protestan porque el futuro se les presenta más negro que el sobaco de Will Smith; a las Pymes, además de enfrentarse al mismo negro porvenir, se les ahoga, se les adeuda y se les humilla bajo el rodillo implacable de las agencias recaudatorias estatales.
Centenares de miles de Pymes han tenido que echar el cerrojo, con el consiguiente despido de trabajadores y los dramas personales que se derivan; y asumir, en algunos casos, deudas que tendrán que soportar por años y años, que trascurrirán lentos como los movimientos de nuestros dirigentes.
Y estos pequeños y medianos empresarios, que se jugaron su capital, que se endeudaron, que se plantaron firmes con valentía ante un reto ilusionante, que crearon puestos de trabajo; ahora, con la crisis de los cojones, están dejados de la mano del Diablo y soportando vejaciones, una y otra vez, de eso que llaman Estado.
Cuatro años, repito, cuatro años han pasado desde que todo se fue al carajo, y todavía, a día de hoy, los empresarios tienen que seguir abonando el IVA de aquellas facturas que no han conseguido cobrar y que en un alto porcentaje tienen que satisfacer las administraciones públicas. Cuatro años desde que temblaran los sótanos de las entidades financieras y los empresarios, a día de hoy, siguen apoquinando con sus deberes fiscales mientras se arrollan sus derechos a cobrar por lo trabajado.
Pequeños y medianos empresarios que se parten el alma, junto con sus trabajadores, para mantener a flote un barco torpedeado por aquellos que deberían protegerles; porque, a fin de cuentas, son los que contratan a aquellos que si no tienen trabajo se indignan. Pequeños y medianos empresarios a los que se les adeuda billones de pesetas, miles de millones de euros.
Cada vez que oigo a un político decir que va a crear no sé cuántos puestos de trabajo, se me encienden las tripas. Me parece más sensato, antes de intentar habilitar mecanismos para crear empleo, que falta hacen, desarrollar políticas para consolidar el que existe. Y que el Estado pague, y si no, habrá que dejar de pagar al Estado.

lunes, 9 de mayo de 2011

La aluminosis del pacto

El niño, con esa cara de acojono general e intransferible, tapado hasta la barbilla con las sábanas y dejando asomar las uñas rumiadas hasta la cutícula, miró a Bruce Willis con los ojos bañados en sangre y dijo con voz de susurro fantasmal: “En ocasiones veo muertos” ¡Joder!, pensé, éste chaval ha ido a un mitin de Revilla; porque para muertos, lo que se dice muertos, no hay nada como los compromisos del primero de los regionalistas de Cantabria. Y tengo pruebas.
18 de junio de 2007. Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas, realizadas el 27 de mayo, habían conformado el actual panorama del Parlamento de Cantabria: El PP 17 escaños, ni pa‘ti ni pa‘mí; el PSC 10 diputados, cifra para la vergüenza que jamás fue repuesta; y el PRC 12 parlamentarios, escalando posiciones amparándose en la demagogia y el populismo, lamentable pero legítimo. Así estaban los bolos pinaos. Así siguen, de momento.
Había quedado a las diez de la mañana en el despacho de Revilla para realizarle una entrevista para Rakeros.com.  Era el momento previo al pacto que todos sabíamos que sería el que fue, pero era la ocasión de preguntar al futuro presidente, tras las nuevas cuotas de poder, por los pilares fundamentales del presumible acuerdo con los socialistas ¿Y de qué hablamos, básicamente, como eje principal de dicho pacto? Les doy de tiempo estas once palabras para que lo adivinen… Tic, tac, tic, tac… ¡¡Correcto!! El AVE y la madre que lo parió, al AVE digo.
En un momento de la entrevista le pregunto al señor Revilla por el nuevo reparto de poder. No pierdan detalle de la respuesta del purriego: “A mí me interesa más que un reparto de poder, que yo tenga la seguridad de que voy a tener, por parte de los socios, un apoyo total en que el AVE ha de concretarse en fechas de adjudicación del tramo de Valladolid a Santander (¡Ojo al dato!, que diría el mítico García, Valladolid a SANTANDER, repito, a SANTANDER),  porque en septiembre lo tenemos en Valladolid, pero claro eso del horizonte de 2020... no me vale”. Queda claro, ¿no?
A mediados de semana el señor Revilla ha dicho que tendremos que ir a Reinosa a coger el AVE; y tanto él como algunos de sus acólitos, nos quieren vender la burra de que la promesa fue que el tren de alta velocidad llegaría en 2015 a Cantabria; y como Reinosa es Cantabria, promesa cumplida, y Nacho Vidal la tiene pequeña; y si los números salen reeditarán un pacto cuyas vigas maestras padecen aluminosis, se forjaron sobre mentiras y pretenden mantenerse en pie apuntaladas por fracasos. Y dentro de muchos muchos años, con Revilluca con tacatá, Gorostiaga usando Tena Lady y yo chocheando, veremos llegar un tren que ya estará obsoleto.

lunes, 2 de mayo de 2011

Revilla, el racinguista

Había que verle hacer el indio. Con la bufanda del Racing, el puro como cetro, los ojos vidriosos y pavoneándose erguido al lado del novio musulmán de la Barbie. Montando el numerito, otro numerito. Y ocupando portadas en los diarios y minutos en las televisiones. Vamos, lo que le pierde, lo que le tiene sorbido el seso. El Gordo y el Flaco, Rinconete y Cortadillo, Alí y Revilla.
Tendré, no me queda otro remedio, que recordarle al señor Revilla las palabras que dijo sobre Alí Syed. Y hay que recordárselo porque cuando pintan en bastos Revilla sale corriendo, se esconde detrás del humo del habano, se lava las manos con jabón elaborado con glicerina para cantamañanas, se toma un chupito de Tipex, intentando en vano corregir y esconder sus bravuconadas, y con gesto adusto señala, con el dedo amarillo por la nicotina, que allá, a su frente, anda Estambul.
Decía el purriego: (Leer con voz cantarina y ligeramente nasal) Apenas he hablado con él –el indio- porque no hablo inglés (RISAS), pero este tipo me parece rico (RISAS) y sabio (DESCOJONE GENERAL).
Y creyendo que la mentira de Alí soportaría todos los envites, como mínimo, hasta después de las elecciones del 22 de mayo, se fotografío con él, se abrazó a él y en el palco del Sardinero, a los ojos de media España –como diría su Álter Ego, Belén Esteban-, bailó la danza de los siete velos con aquel que jamás jamará jamón.
Porque de eso se trataba. De ganar tiempo hasta que pasaran las elecciones, de ponerle remiendos al haraposo traje económico del Racing y luego, con cuatro años más por delante, seguir haciendo de su capa un sayo.
Y andan preocupados porque saben que, desgraciadamente, la sociedad civil no es capaz de salir a la calle por el AVE, GFB, Valdecilla, la Ley de Costas, el paro y toda la retahíla que conocen de sobra; pero por el fútbol, cuidadín. Por el Racing se pueden perder votos como yo perdí el pelo: sin posibilidad de rectificación y a la velocidad de la luz de gas. Y estando los datos tan ajustados para conseguir esos 20 diputados que le den al cantamañanas otros cuatro años de presencia mediática, están que trinan.
Nos contarán historias, nos mentirán sin ponerse colorados –nunca lo hacen-, echarán la culpa al Chachachá de Gabinete Caligari, señalarán al cabeza de turco que ellos colocaron y que tan bien pagado anda y responsabilizarán iracundos a los gestores del Racing, olvidando, descaradamente, que los auténticos dueños del Racing, los que siempre han tenido el control a través de coleguitas interesados en otros objetivos, siempre económicos, han sido y son ellos, con Revilla, el racinguista, a la cabeza

miércoles, 27 de abril de 2011

Democracia tampoco...

Se les llena la boca hasta límites insospechados. Bocas grandes capaces de engullirse un mandril. Como las pitones, o como las boas. Y con esas tragaderas inmensas se aparecen delante de nosotros como si les hubiese elegido el pueblo, al unísono, en procesión de borricos y ramos. Y con esa suficiencia, digna de Carlomagno, invaden nuestros espacios y se erigen en los salvadores de la patria. Y con listas cerradas. Para que traguemos por todos aquellos que debiendo su futuro cargo, si es que pillan cacho, a los Mesías de turno y no a los ciudadanos, votemos en manada como necios a la cuadrilla que nos proponen. Papeletas del PP, papeletas del PSOE, papeletas sin posibilidad de tachones sobre los nombres de aquellos que no quisiéramos que nos representaran. Papeletas cerradas en una democracia estanco. Y de esta lista de poco listos habrá que salvar a los partidos políticos que llevan en sus alforjas la modificación de la Ley Electoral, que no son, casualmente, ni el PSOE ni el PP.
Veamos un caso reciente de lo que se ha llamado democracia interna de los partidos: las primarias madrileñas en el seno del Partido Socialista. El número de afiliados en el PSM es de 18.000 en un censo de más de 6 millones y medio de habitantes; es decir, estaban llamados al voto uno de cada 365 madrileños. Ridículo, ¿verdad? Pues así está la representatividad democrática del pueblo, en esos números anoréxicos ¿Invictus? Qué pena, si aún no has ganado a nadie.
Para más inri, una vez elegido al Mesías de turno, éste propone una lista con los nombres de su equipo. Lista que te guste o no, si eres afiliado o simpatizante, o simplemente tiendes hacia la izquierda, deberás tragarte tapándote la nariz para evitar arcadas. Listas cerradas, sin oxígeno.
Pongamos otro ejemplo de signo contrario: las listas del PP a la comunidad valenciana ¿Puedes, si eres simpatizante del PP, votar a tu partido y elegir si a alguno de esos imputados no lo quieres cerca de la caja del erario público? No, sencillamente no. Ésta es la libertad que tiene el pueblo para elegir a sus representantes, ninguna.

La modificación de la Ley Electoral, con elecciones directas de los cargos más importantes, a doble vuelta y con listas abiertas, no sólo activaría la presencia de la sociedad civil, la bella durmiente, en la vida política, sino que además haría descender el número de corruptos, al tener que someterse los candidatos a la valoración individual de los ciudadanos y no sólo a la disciplina del partido, que a menudo mira para otro lado sin los resultado a sus siglas van por buen camino. Tabaco no, democracia tampoco.

lunes, 18 de abril de 2011

A Tocateja

Hemos perdido el sentido de la realidad. Como cuando veíamos esas horrendas imágenes del tsunami arrasando Japón, desplazando casas, barcos y coches como si fueran de papel, como si fuera una maqueta.
Y con el dinero, también.
Imagínense por un momento que volvemos a la gestión de cobro de nuestros padres, a recibir el salario en un sobre. Dinero contante y sonante. Dinero que pesaba en la mano. La misma mano que se lo había ganado a golpe de tajo, de curro desagradecido. Dinero y punto.
Imagínense la escena. “Fulano, pase por caja para recoger su sobre. Aquí lo tiene usted: 1.200€ (¡ojalá todos llegaran a esta cantidad!). Ahora pase por este cuarto a realizar los pagos mensuales, y de por vida, que le corresponden”. Fulano recibe el sobre y se siente bien. Un hombre, o una mujer, que ha hecho bien su trabajo y que recibe la correspondiente asignación. Dinero para su casa, para sus hijos, para vivir. Fulano, sobre en mano, entra en el cuarto de los pagos. “Muy bien Fulano, entre IRPF, SS, protección al desempleo y otros apartados, me debe dar usted 200€”. Fulano mete la mano en el sobre y, torciendo un morro que antes era sonrisa, apoquina la cantidad exigida. “Gracias Fulano. Sigamos con el IVA de lo que usted ha consumido el mes pasado: 800€ al 18% y 150€ al 7%, en total, 154,5€. Y gracias de nuevo”. Fulano pasa del cabreo a la impotencia, cuenta tres veces billetes y monedas y abona la cantidad reclamada. “En concepto de contribución, basuras, impuestos de circulación y algún otro impuesto que se me va al limbo, señor Fulano, otros 100€”. Y Fulano soltando la gallina como quien despide a un hijo que emigra. Y así, sableando el sobre recibido, llega a casa con lo puesto. Y gracias. Y la mitad de la gasolina son impuestos, y el 80% del tabaco, y respirar, al tiempo.
No tenemos conciencia de la cantidad de dinero que pagamos en impuestos. Si de verdad fuésemos conscientes de ello, si nos lo quitaran a cara de perro, si los pagásemos a tocateja, sólo con esa percibir esa sensación tan desagradable, a más de uno le entrarían ganas de ser tunecino; o islandés; o de agarrar por la pechera a más de un político y exigirle, dejándonos de tonterías, transparencia y austeridad. No como ahora, que parece que el dinero lo ponen ellos.
Y esta teoría, que llega a ser poética, no ha sido idea mía. Es de Oscar, un amigo, que la culminaba apuntando que después de todo esto, un día de junio, se planta en tu casa, además, un individuo que, en nombre de Hacienda, te reclama 1.000€ más para liquidar deudas. Y a tocateja, te dan ganas de morirte.

lunes, 4 de abril de 2011

¿Montesquieu ha muerto?

Al menos eso afirmaba el ínclito Alfonso Guerra: Montesquieu ha muerto. Y no lo tengo lo suficientemente claro. Si el juez Garzón me hiciese el favor de pedir el acta de defunción del francés – a él, que también se le da pedir actas de defunción-, acabarían mis dudas.
Lo que no me extraña nada, pero nada nada, es que Alfonso Guerra hiciese tal afirmación viniendo del PSOE. Ellos, tan acostumbrados a meter la mano en el poder judicial; a quitar fiscales que nos les bailan el Waka-Waka; a repartirse, junto al PP, los órganos más relevantes, como el CGPJ y el Tribunal Constitucional; a hablar de jueces progresistas o conservadores, con la complicidad de éstos, sin que la cara se les petrifique como a la mujer de Lot en Sodoma y Gomorra; a amparar a jueces que son capaces de guardarse en el cajón, durante tres años, casos como el del Faisán; a buscar recovecos al Estado de Derecho cuando se trata de negociar con etarras; ellos... Y los otros... Ellos y los otros, como los de Amenábar.
Necesitamos salir de estas arenas movedizas donde todo es barro y cada movimiento nos hunde un poco más hacia donde nos asfixiaremos de barro provocado y permitido.
La independencia del Poder Judicial, frente al apetito insaciable de los políticos, es la garantía que nos queda a los ciudadanos para seguir creyendo, a duras penas, en que esto sigue siendo un Estado de Derecho; que hay alguien que, casi siempre con retraso, pero desde la autonomía y la neutralidad, les pone, cuando se les va la mano, en su sitio, que es al servicio de los ciudadanos o a la fresca.
Y a esta fiesta veneciana, ahora, en Cantabria, se le une el PRC. La proclamación, al menos eso han intentado vistas las formas, de Vicente Mediavilla como magistrado del TSJC, es otra prueba más del poco respeto que se tiene a esa independencia vital para que una democracia lo siga siendo. Como en Roma: ser y parecerlo.
Y no seré yo quien ponga en solfa ni la capacidad ni la disposición del señor Mediavilla. Al contrario, me parece de lo mejorcito que habita en el PRC. Pero un hombre, que ocupa la Consejería de Justicia, que abandona su actividad política hoy, para ser magistrado del TSJC mañana, me parece excesivo. Demasiado peso político para un cargo que necesita ligereza de ataduras, aunque haberlas haylas.
Muy a pesar de Revilla –o quizás no-, la decisión la tendrá que tomar el CGPJ, y estoy en el convencimiento de que elegirán a la persona más adecuada para el cargo. Amén, o por el mar corren las liebres.
Y no, Montesquieu no ha muerto, está secuestrado.

lunes, 28 de marzo de 2011

MENTIRA

Insisto. Aún a sabiendas de resultar pesado, pedante y reincidente. Insisto. Como hacen ellos. Y es que parece ser que repetir una mentira, vestida de trola como un tren de largo, sin maquillarla, sin retocarla, presentándola como la parió la boca mentirosa del político mentiroso, puede acabar pareciendo verdad. Y a veces ni eso. Sigue pareciendo mentira, pero como lo dicen los que mandan, pues ya está, aquí Paz Padilla y luego Gloria de Umberto Tozzi.
Últimamente, en el espectro político, estamos rodeados de mentiras que todos sabemos que son mentira. Incluso los que las dicen saben que son embustes, pero conscientes de las tragaderas que tenemos todos los ciudadanos, sabedores de que los palmeros, también conocedores de las patrañas, defenderán con vehemencia y con una alarmante convicción las falacias resultantes como si fueran dogmas de fe, siguen vertiendo calumnias con una naturalidad que a mí me produce un asco infinito.
Y es que era mentira que España no estaba entrando en una crisis de proporciones bíblicas. Y lo teníamos clarinete absolutamente todos. Y la sola repetición por parte de Zapatero de que no existía tal crisis, el juego flamenco de las palmas de los corifeos cejudos -convencidos de la mentira-, y la pasividad de la sociedad civil hizo parecer que tal mentira, algún decenio venidero, pudiera hacerse verdad.
Era una mentira, como Peña Cabarga de grande, que en Irak había armas de destrucción masiva. Y lo sabíamos tanto los que estábamos en contra -casi el noventa por ciento de los españoles, como los que apoyaban la intervención y los que la promovieron. Era mentira, y quedó demostrado, y no pasó nada.
Es una mentira enorme, como los discos de Milli Vanilly, que el AVE, ése que sigue sin licitarse, vaya a llegar a Santander, que no a Cantabria, antes del 2020, más o menos. Y lo sé yo, lo sabe usted, querido lector, y lo más preocupante, lo saben ellos, los que mienten cuando afirman que el deseado tren realizará su entrada en breves minutos por el andén número dos. Mienten con la tranquilidad que da saber que sus mentiras no tendrán reclamo judicial y que la sociedad civil, la bella durmiente, cuando quiera pasar factura no recordará el nombre de los mentirosos.
Es una mentira vasta, como los pelos nuevos del nuevo flequillo de Bono, Revilla en sí, Marcano en no, Agudo en veremos y Gorostiaga con toda probabilidad.
Es una mentira extensa, como la capacidad de Zapatero, Libia, los ERES, faisán y el canon digital.
Y es una mentira corrosiva, como la meritocracia de Leire Pajín, que alguien nos defienda de los abusos de esta clase política que nos estruja, nos hipoteca y vive a cuerpo de rey a costa de los sudores, el esfuerzo y el deslome de los que nos ganamos los garbanzos al margen de la teta de la vaca pública.

sábado, 19 de marzo de 2011

A HOSTIA LIMPIA

Si de algo podemos estar contentos los españoles, o los habitantes de este terruño de tantas lindes formado, es de los cursos intensivos que nos han dado periodistas, expertos, tertulianos y políticos metidos a docentes.
Primero fueron cursos de economía doméstica, macroeconomía, actividades bursátiles e inversiones. Como si nos hubiésemos remasterizado –remasterizar: master hecho a golpe de remo de trainera- en Cambrigde en dichas materias económicas, convirtiéndonos en auténticos versados en el trajín del money, money.
Y conocimos y profundizamos en el bono español y en el diferencial con el bono alemán; y en la inflación, el PIB, la deuda pública y el IRPF; y en la cartera de riesgos de la banca privada y en el volumen de impagados en las cajas de ahorro.
Y con estas lecciones sesgadas y partidistas, dependiendo de la emisora, canal y/o periódico atendido, las cosas iban de mal a muy mal, pasando de la indignación al cabreo colectivo.
Todo está sazonado, empanado, de puntos de vista partidistas y atendiendo a intereses particulares. Nadie, y si lo hay queda difuminado entre tanta información sectaria, incide en los problemas reales y señala soluciones por el interés general. Y abducidos de esa información, cromática en atención a los logos de los medios, vamos dando lecciones, sentando cátedras y firmando sentencias de desahucio. Y no somos más que peleles sometidos a los vaivenes de los vientos de los que bebimos: conservadores, liberales, progresistas, ecologistas...
Y claro, todos tenemos la información exacta, y el resto subieron al coche engañados.
Y ahora hemos penetrado en los farragosos cursos sobre física nuclear. Que sí, que no, que caiga un chaparrón. Del no pasa nada al estado apocalíptico, de la seguridad sin resquicios a la alarma nuclear, de los que aseguran que la gente huye de Japón a los que afirman que, exceptuando la zona cero y alrededores, la normalidad es tónica general; de los eruditos que aplauden la resistencia de las centrales nucleares, sólo resquebrajada por un terremoto del 9 y un tsunami del 10, a los que señalan con el dedo y sentencian, a toro pasado, “ya lo dije yo”.
Y cuanto más acelero, más calentito me pongo. Y paseando por el arco iris del batiburrillo mediático, escuchando a tirios y troyanos, atendiendo a Montescos y Capuletos, sólo me quedo con la envidia que me provocan aquellos que con tanta seguridad agarran al caballo por las crines y cabalgan a lomos de la verdad absoluta ¡Qué envidia, coño!
Ya somos doctores en economía y ahora nos preparamos para el doctorado en física nuclear. Así, aprendiendo a hostia a limpia.

domingo, 13 de marzo de 2011

VERGÜENZA MORAL

Que el pacto de gobierno PRC-PSOE es una vergüenza moral, sólo se le escapa a aquellos que, o bien ríen las gracietas de Revilla -en su derecho están-, o bien están aferrados al pezón de la teta de la vaca pública, ésa a la que entre todos pagamos el pienso y el forraje. Y es una vergüenza moral porque este cónclave de zorros y gallinas nació con el único propósito de pillar cacho, en el equipo socialista; y con la adquisición de la poltrona para Revilla, para disfrute, no del PRC, sino del propio Revilla. Y sólo así, el entonces líder de la tercera fuerza política, con la humillante cesión del segundo partido de la región, se convirtió, por primera vez en la historia de la democracia, en presidente de Cantabria. Y desde entonces el PSOE-PSC en caída libre, y el Cantamañanas, a través de su populismo cavernario, suma que te suma.
No, no… Es que en democracia son legítimos los pactos. Sin duda alguna. Todos aquellos pactos de gobierno que se basan en la solución de algún problema concreto -como en el caso vasco-, o que se desarrollan desde posturas homogéneas -como el caso del tripartito-, tienen un sentido programático, tienen carga ideológica. Tienen una razón de ser más allá que el mero asalto al poder, como en el caso de Cantabria. Es como si llegado el día del Clásico, el Real Madrid y el Atlético compartieran sus jugadores para vencer al Barcelona. Ningún aficionado, merengue o colchonero, aprobaría dicho disparate. Otra cosa muy distinta sería compartir objetivos comunes, como defender la camiseta de la Selección Nacional. Pero en el caso que me ocupa, por más que miro, no veo más que intereses particulares.
Y de esta coyuntura nace un tremendo desazón en muchos votantes, tanto del PRC como del PSOE. Los regionalistas, gentes mas inclinadas hacia la derecha, hacia el liberalismo, saben que votar a Revilla es dar oxígeno a Gorostiaga, la representación en Cantabria de la era Zapatero, y no les hace nada de gracia. Más bien al contrario. Y los socialistas, cada vez menos, tienen la certeza de que votar a su partido es mantener a Revilla en la Noria. Y claro, les remueve las tripas. No a todos, es verdad, pero sí a la inmensa mayoría de los que han hablado conmigo. Y esa inmensa mayoría, con gesto perturbado y en voz casi baja, acababa confesándome que llegado el momento de la verdad, y presos de una absurda lealtad a quien no tiene el más mínimo conocimientos del significado de dicha palabra, se tragarán su desazón y votarán en consecuencia. Lo de siempre.
Esto es la democracia: libertad para votar a quien te salga de las pelotas y libertad para decir lo que se piensa. 

miércoles, 9 de marzo de 2011

CIFRAS, CIFRAS, CIFRAS...

Hay números picarones que nos provocan sonrisas tímidas y vergonzosas, como el 69. Arriba y abajo. Que van de boca en boca. Sobran los comentarios.
Hay otras cifras que asustan, como el Euribor, que, desconociendo su paritorio y parturienta, pueden provocar dolor allá donde más duele después del corazón, en el bolsillo. Ya roza el 2%: número que sólo cuantifico cuando me aclaran que para hipotecas medias de 150.000 euros supondrá cerca de 800 euros más al año para la maltrecha economía de los hipotecados, casi todos los humanos. Y al alza. Y claro, asustan no, acojonan.
Hay cifras que le parten a uno la espina dorsal. Cifras como cólicos de riñón. Cifras que, según el Ministerio de Industria, confiesan que España vende armas, y que los primeros cuatro países en la lista de clientes son, y por este orden, Marruecos, Argelia, Irán y Libia ¿Alianza de Civilizaciones? ¿A punta de pistola? Cifras que revuelcan por el lodo las teorías, las soflamas y las hipocresías de los discursos por los que me dejé arrastrar de los pelos hasta que perdí la melena.
Y no se crean que me la cojo con papel de fumar. Ya sé que si no somos nosotros los que vendemos esas armas, otros lo harán. Blanco y en botella, Malibú. Pero no me pidan que siga creyendo en la bondad del ser humano, ni en la maravillosa capacidad de besarnos como hermanos mientras nos  miramos a los ojos con la alegría del que hace lo que dice, del que predica con el ejemplo. No nos engañemos. Tenemos la mirada tan sucia como la de aquellos a los que diagnosticamos cataratas. Cifras por encima del valor de las ideas. Ideas sometidas al valor de las cifras.
Hay cifras escurridizas que resbalan por nuestros oídos disfrazadas de euros. 20.000 millones, en el mejor de los pronósticos, necesitarán las Cajas de Ahorro para reflotarse, o lo que es lo mismo, algo más de tres billones trescientos mil millones de pesetas. En la peor de las predicciones 50.000 millones de euros, en pesetas casi 8 billones. Pero suena tan llevadero en euros que no apreciamos la barbaridad de las cifras.
Cifras indecentes, como el 0. Cifra que podemos aplicar al número de responsables de este desaguisado económico y financiero. 0, con dos pelotas. 007, con licencia para matar. Cifras inútiles, como el 0 a la izquierda de Zapatero. Cero patatero.
Y hay cifras para la humillación, para la deshonra y la indignidad. Se calcula que más de 4.000 personas se han suicidado en España en el año 2010. Cifras que escondemos en el sótano, donde no da la luz y huele a humedad y falta de aliento. Cifras, cifras, cifras...

lunes, 28 de febrero de 2011

DRAMA COTIDIANO

Y me duele alma, me dijo hundiendo la cara en sus manos tremendas. Y se echó a llorar. Sin estridencias, en un absoluto silencio que pataleaba, a pachas, una mezcla de desesperación y rabia. Me rasgó el pericardio otro puto drama cotidiano, de esos que no salen en las portadas de los periódicos.
A dos de sus empleados, a mediados de noviembre, se les acababa su contrato temporal. Y dada la persistencia de la puñetera crisis no le quedaba otra alternativa que prescindir de ellos. Su gestor le comunicó que el Gobierno de Cantabria había puesto en marcha unas ayudas, que consistían en 3.000 euros por cada puesto fijo que se creara. Echó números. Teniendo un buen diciembre, y estando convencido de que enero, febrero y medio marzo serían meses duros, muy duros, esos 6.000 euros más el excedente de la navidad podrían ser el colchón necesario y suficiente para no tener que despedir a esos dos empleados. Y a partir de abril, con trabajo y un poco de suerte, los números podrían cuadrar. Y nadie se iría a la calle.
A él le bastaba con llegar a final de mes ganando por la mínima. Incluso el empate contable le parecía un buen dato. Pero no podía perder ni un solo euro más. Sencillamente no lo tenía, y el crédito está asfixiado. No existe. Se lo pensó, le dio mil vueltas, y tras noches de diálogo absurdo con la oscuridad de su cuarto, decidió hacer contratos fijos a esos dos empleados.
Diciembre pasó, y fue bueno. Pero llegó enero, enclenque, tísico; y febrero, anoréxico y desnutrido; y el excedente de las navidades se esfumaron en la neblina de las pérdidas de los dos primeros meses del año.
Desde mediados de enero todas las mañanas miraba el saldo de la cuenta de su empresa con la esperanza de que esos 6.000 euros llegaran. Y respirar: por él y por sus empleados. Y otro día, y más angustia. Y la ayuda prometida no asomaba el morro.
Febrero agonizaba, y él también. Y desde su gestoría le comunicaron que cuando preguntaban en la consejería por las ayudas, siempre la misma contestación: es que... qué no hay un euro, a ver si en dos meses...
Son unos hijos de... Y entonces se desplomó, y a las lágrimas se les unieron sollozos. No puedo más, no tengo un duro, y las perdidas aumentan... Y no puedo más. Ahora tendré que sentarme delante de mis dos empleados. Uno de ellos es el hijo de un amigo del alma, está casado, tiene dos niños y su mujer está en paro... Me cago en la...
Mi amigo no tiene un BMW, ni un piso en el Sardinero, ni un atraque en Puertochico. Vive en la S-20 y conduce un Renault Laguna, y lleva trabajando, como dice él, toda su puta vida. 

domingo, 20 de febrero de 2011

INFINITO SERVICIO CÁNTABRO DE SALUD

Vaya por delante mi admiración y respeto a todo el personal que engloba el Servicio Cántabro de Salud. A todos. Ya les gustaría a ellos que las cosas funcionaran de otra manera. Y ahí están: dando el callo y soportando jornadas estresantes en condiciones, digan lo que digan los políticos que lo mal gestionan, lamentables.
Y ahora les cuento. Mi hija tiene de nacimiento un bulto en el brazo derecho. Nada importante. Unos de esos cúmulos de grasa que habrá que quitarle y que lo único que requiere es un control periódico para comprobar que no aumenta de tamaño ni deriva en cosas peores.

Hasta ahora, y teniendo un seguro médico privado, había acudido con la periodicidad correspondiente a las revisiones que marcaba su cirujano pediátrico. Pero por razones que no vienen al caso, a principios de año decidí rescindir dicho seguro y acudir al Servicio Cántabro de Salud. Así lo hice. Hice la llamada pertinente al teléfono habilitado para pedir cita y acudí en la fecha y hora notificada. La pediatra observó el bulto del brazo de mi hija y convenimos en derivarla al especialista, otro cirujano pediátrico, para que a través de una consulta valorara el estado del bulto y actuara en consecuencia. Esto debió ocurrir a finales de enero. A mediados de febrero, y con fecha del día 7, recibí una carta de Valdecilla donde me comunicaban “que la consulta que tenía citada en el Servicio de Cirugía Pediátrica será el próximo –ya es paradoja que utilicen el término próximo- día 20/01/2012 a las 9:20 en el Cantabria, Hospital”. Es decir, prácticamente al año de haber solicitado la consulta. Lo primero que me vino a la cabeza fue el consejero de sanidad, el señor Truán, contando en la COPE, con todo su cuajo y sin ponerse colorado, que las listas de espera, “solamente”, tenían cinco meses de dilación, como “media”. Pues bien, a mí, al igual que a muchos cántabros, no me ha tocado esa “media”, más bien me han tocado los calcetines sudados o el calzoncillo churretoso del señor consejero. La segunda idea que disparó mi adrenalina fue pensar cuánto tiempo esperan los hijos de nuestros mandatarios -a los que deseo toda la salud del mundo-, si es que acuden al SCS y no a uno privado. Afortunadamente, yo dispongo de lo necesario para que la próxima semana, previo pago, un especialista se ocupe de mi hija. Yo puedo, sí. Pero, ¿y aquellos que no dispongan, en estos tiempos de penuria, del dinero suficiente para acudir a un médico privado? ¿Cantabria Infinita? Las listas de espera en Cantabria, esas sí que son infinitas.

lunes, 14 de febrero de 2011

Y gira la Noria

Hace ocho días, al término de una pletórica función de La Cena de los Idiotas en Málaga, y después de dar debida cuenta de un lahmacun -también llamado pizza turca o armenia-, llegué al hotel pasadas las doce y media de la noche. Me dejé caer en la cama como sólo te dejas caer en las camas impersonales de los impersonales hoteles, y, mando del televisor en ristre, me dispuse a naufragar en el espectro televisivo. Era sábado.
La primera cara que llenó el televisor fue la de Jordi González. Apenas presté atención a lo que decía, pero de repente, sin avisar, sin anestesia ni na, la cantarina voz del presidente de Cantabria captó mi atención produciéndome, al alimón, risotadas y retortijones. Aguanté cinco minutos y me dispuse a ejecutarle, televisivamente hablando, disparando con el mando a distancia al centro mismo de su bigote cuando soltó una frase que me dejó perplejo. Decía el purriego que después de haber entregado toda su vida política a Cantabria se sentía en disposición y con la fuerza moral suficiente para pedir a los cántabros, en la que será, presumiblemente, su última legislatura -algo que sí dijo en la legislatura anterior y no cumplió, como en él es costumbre- que le votaran para ser la primera fuerza política de la región, que tiene clavada la espinita de no haber conseguido jamás esa meta, que se lo merece. Porque yo lo valgo. Con dos pelotas y un palito. Como cualquier granhermano en el confesionario, o un triunfito en el paredón, pidiendo que les voten poniendo su nombre en un SMS enviado al 28822. Entre sollozos ¡Snif, snif! ¡Yo qué he entregado mi vida por vosotros! ¡Snif, snif! ¡Ay qué joderse pa’no caerse! Que diría mi abuela.
No tomen ustedes en cuenta que este cantamañanas lleva cobrando de la teta de la vaca pública toda su vida -por lo que Cantabria no le debe absolutamente nada, al contrario-; que fue consejero de obras públicas y urbanismo un montón de años -algo tendrá que ver en el paisaje que sufre Cantabria-; que lleva siendo presidente de Cantabria dos legislaturas -algo tendrá que ver en la crisis que padecemos-; que pidió el voto para Zapatero, que si GFB, que si el AVE -que no veremos por Santander hasta el 2023, año arriba año abajo-, que si la financiación de Valdecilla…, y no sigo, que ustedes conocen esta cantinela mejor que yo. Y ahora encima, en el colmo de la desvergüenza, criticando las sentencias que no le favorecen -caso Del Olmo y ARCA- y aplaudiendo aquellas que traen el viento de popa -caso Marcano-. No tomen en cuenta las mentiras, los despilfarros, las mentiras, la pésima gestión, las mentiras, la situación de nuestros jóvenes y, sobre todo, las mentiras. Y gira la Noria.

martes, 8 de febrero de 2011

COMO ENCOGIDOS

Había que verlos aguantando el temporal. Flanqueando al listo de la clase. Al que fue capaz por si mismo, sin la necesidad de acudir a papá o al primo de Zumosol, de terminar la carrera habiéndosela pagado con el sudor de su trabajo entre exámenes y un contrato a tiempo parcial. Con dos cojones. Sin haber hipotecado la economía familiar. Ayudando a producir. Sin zancadillear a quienes jugándosela sin red son capaces de montar un bar, abrir un taller de reparación de coches o, qué te digo yo, poner en marcha un salón de belleza en Cuatro Caminos y crear puestos de trabajo, que, en estos tiempos que galopan, cuestan un huevo y la yema del otro mantener. Sin insultar ni manchar el honor de esos pequeños y medianos empresarios que, en su mayoría aplastante, ni tienen un Jaguar en el garaje, ni un yate de veinte metros en Marbella, ni un chalet en la costa de Cerdeña. Pequeños y medianos empresarios que se dejan el alma trabajando codo con codo con sus empleados para que al final de mes las cuentas salgan y todos puedan llevarse a casa el jornal.  
No tenía desperdicio. La imagen de Méndez y Toxo junto a Michael Sommer, uno a cada lado del sindicalista alemán con cara de exboxeador, como encogidos, avergonzados, con ganas de salir corriendo al oír que los sindicatos alemanes se financian con las aportaciones de sus 6,8 millones de afiliados y no con el dinero de las arcas públicas, no teniendo que rendir pleitesía al que te unta la manteca, era el reflejo de lo obsoleto, de lo atapuercario que resultan nuestros sindicatos.
Y después del alemán, oír a estos dos cavernarios seguir manteniendo que los salarios deben seguir ligados a la inflación y no a la productividad, sino fuera por el daño que han causado a cientos de miles de PYMES y trabajadores -porque parece que las PYMES las integran unos entes semiviscosos que ni sienten ni padecen-, está a la altura del mejor monologuista del Club de la Comedia.
Vamos a ver, señores Toxo y Méndez: dos más dos, cuatro; lejos, cerca; arriba y abajo; lleno y vacío. Las empresas que van bien y aumentan su productividad pueden y deben pagar más a sus trabajadores. Las que no, no. Quizás este axioma sea excesivo para ustedes, pero las cosas están como están. Alemania y Francia, los gallos que van a marcar las reglas -les guste a ustedes o no- del nuevo estado europeo, con techos de endeudamiento, salarios sujetos a la productividad y aumento progresivo de la edad de jubilación, entre otras lindezas, van a refundar el Club; y si queremos pertenecer a ese Club o aceptamos las normas o nos va  a intervenir para recuperar parte de lo que nos han prestado, y después, con una hermosísima patada en la entrepierna, nos mandarán a tomar por el…

domingo, 23 de enero de 2011

Ojo, censura

El anuncio de Ramón Jaúregui sobre la creación de un Consejo Estatal de Medios Audiovisuales con capacidad sancionadora, que debería abordar, a su juicio, contenidos que incorporan “valores devaluados de convivencia” y “climas de crispación y enfrentamientos”, es, como mínimo, para echarse a temblar.
¿Valores devaluados de convivencia? ¿Climas de crispación y enfrentamientos? Sin duda alguna el actual paradigma de la telebasura es Sálvame, con su abanderada Belén Esteban a la cabeza, y ellos sirven como parapeto para este absurdo Consejo censor. Como cuando Franco, sin medias tintas.
Hay leyes más que suficientes para proteger a los menores o para regular o sancionar contenidos sexistas, homófobos, racistas, etc. Miren señores censores, existe un código civil y/o penal que debe ser implacable con aquellos que pasen la línea de lo legislado, y no estoy dispuesto a que siete señores, que ustedes colocarán con la vitola de independientes, nos digan cuáles son los valores devaluados de la convivencia o quién crea climas de crispación y enfrentamientos. Quien devalúa los valores de la convivencia son, por ejemplo, Artur Mas y el señor Montilla cuando declaran que se van a pasar por el forro de su abrigo polar la sentencia del Tribunal Supremo sobre el español. Quien enfrenta a unos con otros son, por ejemplo, los dirigentes andaluces que afirman que se liarán un canuto con la sentencia del Tribunal Superior de Andalucía sobre el caso del señor Chávez y la subvención, de diez millones de euros, a la empresa donde trabaja su hija del alma. Quien crispa a la ciudadanía son, por ejemplo, todos aquellos que han dilapidado el dinero de los cántabros y ahora son incapaces de hacer llegar las subvenciones concedidas, por crear empleo, a las pequeñas y medianas empresa de Cantabria, porque la caja está más vacía que las palabras de Revilla y que la moral de Gorostiaga.
Y cuando acaben con Sálvame y con Belén Esteban, y con aquella que se benefició al hermano de un torero que se lío con la hija de una cantante de copla, espadas y bastos, ese Consejo seguirá velando por la convivencia, la crispación y el enfrentamiento.
Es que en Alemania, en Francia y en Inglaterra existen, nos dicen a boca repleta. Ya, pero esto es España. Ya quisiéramos los españoles tener una justicia como la británica, unos Consejos neutrales como los franceses y una economía como la alemana.
Este Consejo, con olor a nazismo o stalinismo, se quiere crear hoy para tener influencia cuando ya no gobiernen.
Por cierto, estoy seguro de que con ese Consejo me hubiesen censurado este artículo.

miércoles, 19 de enero de 2011

El dramaturgo francés

No hace mucho tiempo, tomando un café con un dramaturgo gabacho, aquí, en los Madriles, no sé cuándo ni cómo, ocupó nuestro tiempo el tema Zapatero y la soledad de muchos que, habiendo siempre caminado bajo la bandera del progresismo -que no de los progres de nuevo cuño-, se sienten perdidos, abandonados y, en algunos casos, traicionados y pisoteados en su espina dorsal. Y el gabacho, socialista de toda la vida, nos contó, entre sorbos cafeteros y bocanadas de humo de tabaco negro -entonces se podía fumar en algunos bares y restaurantes-, que cuando llegó el momento de decidir su voto, en el año 2007, entre la socialista francesa, Sègoléne Royal, y el conservador galo, el calzas Nicolás Sarkosy, lo tuvo más claro que el futuro de Rajoy: votó, sin el menor desasosiego emocional, al marido de la Bruni.
Extrañado, le pregunté que cómo había tenido las tragaderas de abandonar sus ideales apoyando al de las calzas. Se encendió un ducados, entonces se podía, pidió otro café olé y con la gravedad pintoresca de un director de teatro me clavó sus ojos verdes, me perdonó la vida, y me dijo: “Antes que socialista, comunista, o todo lo que acabe en ista, soy francés. Entonces creí, aún lo sigo haciendo hoy con más convencimiento si cabe, que mi país, en esos días de tambores de guerra económica y de ideales difuminados, necesitaba alguien como Sarkozy. Ya sé que aquí, en España, me hubieran señalado con el dedo acusador y me hubiesen colgado el cartel de Ojo, traidor a la causa, fascista en ciernes. Aquí, en España, necesitáis sentir que la tierra tiembla bajo vuestros pies para daros cuenta de que todo se puede derrumbar. Entonces, algunos, podéis cambiar el voto, y lo haréis, muy a pesar vuestro, con un sentimiento de fracaso que os hará sentir más viejos, con menos fuerza, derrumbados. Porque aquí, en España, la política es visceral, no cerebral. Os encanta convertir las opciones políticas en estigmas. Fíjate en esta paradoja: se necesita una buena gestión económica –casi siempre llevada a cabo por la derecha- para que la economía crezca, se cree empleo, haya superávit en la caja del Estado y ese excedente de dinero se utilice para avanzar en las políticas sociales –llevadas a cabo, de forma mayoritaria, por la izquierda-. En Francia cambiamos de gobierno, en España cambias de vida”.
Sólo le escuché. Extendí la mano derecha y le cogí prestado el mechero, que descansaba encima de la cajetilla de Ducados. Prendí mi cigarrillo y no tuve que mirar si a mi espalda andaba al acecho la Gestapo. Aún dudo de si me habló el dramaturgo o me sermoneó el francés.

Vaselina

Cada lunes en mi apartamento de Madrid, al sonido de la alarma del despertador de mi móvil, me levanto de la cama con la alegría que da saber que en unas horas, a bordo de un avión que saldrá desde Barajas a la hora que se le ponga de los reactores, vuelvo a Santander, a casa. Ducha de rigor, análisis cotidiano y siempre deprimente delante del espejo, elección de ropa, relleno para la maleta, mi maleta, hacer la cama, revisar que todo está como debe de estar, coger las llaves que siempre me aguardan en la cerradura de la puerta, como un perro pidiendo paseo, vistazo atrás, cerrar, acercarme a la cafetería Monte Nevado, mi cafetería madrileña, dos cortados y una tostada, y un cigarrillo, metro en Chueca hasta la T4 con dos trasbordos, calvario oficial de entrada en el aeropuerto, espera, y coger el avión. Más o menos este es el ritual que cada lunes realizo cadenciosamente en mis viajes repetidos. Pero el lunes día 20, dos llamadas telefónicas rompieron la ceremonia y tuve que prescindir, por falta de tiempo, del desayuno y el consiguiente cigarrillo, el primero del día. No hay problema, pensé, llegaré al aeropuerto y aún me dará tiempo para tomarme seis cortados, comerme nueve tostadas y fumarme quince cigarros en la jaula para fumadores antes de que despegue el avión, como casi siempre. Al llegar al aeropuerto las ganas de fumar apretaban, debe ser que el tabaco engancha, y una vez pasado el control de acceso me dirigí hacia uno de esos cubículos para fumadores. Un ataque de ira, al comprobar que los reductos para chimeneas humanas habían desaparecido doce días antes de que entrara en vigor la nueva ley antitabaco, convirtió mi mono en un gorila de lomo plateado. Fue como cuando se te cae al suelo el último pedazo, el del currusco, del bocadillo más suculento. No lo dudé un momento. Tomé el cortado y desafiando la ley me dirigí al servicio de caballeros a encerrarme en uno de esos habitáculos con retrete. Allí podría cruzar la línea, sentirme como un delincuente, y darle rienda suelta a mi adicción. La sorpresa fue mayúscula. Cuando abrí la puerta de acceso a los servicios, una bofetada de humo, preñada de alquitrán y nicotina, me golpeo en la cara. Todas las estancias individuales del servicio de caballeros estaban ocupadas y una neblina gris perla cubría el techo del wáter. A partir de hoy, 2 de enero, una buena cantidad de españoles pasarán a engordar la lista de delincuentes. ¿Existía algún problema entre fumadores y no fumadores, por ejemplo, en el aeropuerto? Evidentemente no. Si quieren que este año sea más llevadero, compren vaselina y dejen de fumar. Yo compraré vaselina.