CON CAPACIDAD DE ENCAJE

ENTRE EL PERICARDIO Y LOS SESOS BUSCANDO SENTIDO COMÚN

sábado, 25 de abril de 2015

DEMASIADO AVE PARA TAN POCO POLLO

He cogido la diligencia, alguno de los padres de la patria cántabra lo llaman tren: con dos cojones, un palito y la cara más dura que la Dama de Elche. Voy camino de Valencia y haré transbordo en Madrid, donde cogeré un AVE que jamás veré llegar a la capital de la Costa Esmeralda.
La semana que viene me tendré que desplazar a Alicante, y me cuentan que hay un tren directo que sale de Santander y llegará a mi destino, a la orilla del Mediterráneo, más de 8 horas después. Sólo un detalle: cuando fui a Cuba, o a Colombia, o a Miami, no tardé más de seis horas.
Pocas personas en la capital de Cantabria se beneficiarían más que yo de que el AVE saliera del centro de la ciudad y alcanzara la madrileña estación de Atocha en dos horas y media. Pero antes de que el pollo llegue, ¿no sería más interesante que el Alvia en el que ahora viajo, y que una vez que pasa de Valladolid alcanza los 250 km/h, pudiese mantener esa velocidad durante todo el trayecto dejando el tiempo del viaje en menos de tres horas? ¿No sería más racional eso que gastarse miles de millones de euros que no tenemos en una alta velocidad deficitaria hasta el sonrojo para contentar la estulticia española que reposa en la idiotez de servir café para todos? ¿No sería más inteligente habilitar una lanzadera hasta Bilbao, la gran urbe que más cerca tenemos y que nos puede aportar muchos visitantes e ingresos y conexión con el centro de la península y con Europa a través de Francia? ¿No sería más conveniente una red radial de AVE y unirla con el resto de las provincias pequeñas a través de trenes de velocidad alta y reducir en un 50% la inversión y un 60% el mantenimiento? ¿No sería más práctico eso y desviar parte del presupuesto destinado a raíles deficitarios, que sólo te ahorraría media hora, a educación, sanidad, justicia e investigación? No, es más provechoso para sus intereses políticos y empresariales repartir AVE como se reparten golosinas a la puerta del colegio. Demasiados intereses hay en llevar el AVE hasta Polaciones, si fuese posible. Demasiadas empresas empeñadas en facturar los miles de millones que el Estado manirroto repartirá para su realización y que harán rebosar las carteras de los de siempre.
Si el AVE llega a Vigo, ¿por qué puñetas no puede llegar a Santander, o a Palencia, o a Selaya? La santa estúpida consigna de "no sin mi AVE" la pagaremos durante décadas. Mientras seguiremos ocupando un lugar vergonzoso en el Informe Pisa, se cerrarán quirófanos y ambulatorios en pueblos sin nombre y la justicia seguirá perdida en el tiempo sentenciando cuando ya nadie recuerda de qué se les acusó. Mientras veremos salir a nuestros jóvenes mejor preparados camino de países que no tienen AVE que lleguen a sus esquinas; donde los atenderán, los pagarán como se merecen y sólo veremos cuando retornen a su país de vacaciones. Eso sí, estos jóvenes preparados y que tanto dinero invertimos en su educación, cuando vuelvan, podrán llegar hasta el portal de su casa, si no hasta el mismo felpudo, en AVE.

viernes, 2 de marzo de 2012

CUIDADO CON LO QUE VEMOS

Cerraba septiembre, allá por 2010, con una huelga general que fue una pantomima sindical. Yo andaba por Madrid viviendo en la calle San Marcos, paralela a la Gran Vía madrileña, y recuerdo que entré teléfono en ristre contando a pie de trinchera lo que allí se cocía para Cope Cantabria. Cuatro grupos de piquetes hacían un circuito circular que iba de la Puerta del Sol a Gran Vía, cruzando la calle Preciados, y que luego llegaban a Cibeles para girar hacia la Plaza de Neptuno, subiendo posteriormente por la Carrera de San Jerónimo, donde descansa el Congreso de los Diputados, y de allí a Sol y vuelta a empezar. Y parecían que eran muchos, y no eran más que los mismos pero repetidos, como una letanía. Y vi cerrar comercios, a pesar de que los trabajadores de dichos establecimientos les decían a los piquetes que ellos estaban trabajando porque querían hacerlo, que no estaban presionados por su jefe. Y vi como los escupían y los amenazaban mientras golpeaban los escaparates. Y tuvieron que cerrar por miedo.
Al día siguiente, 30 de septiembre, me fui a comer a un restaurante con mi amigo Goyo Jiménez. Allí andábamos moviendo el bigote cuando recibí una llamada de Walter. Mientras Walter y yo charlábamos, Goyo, que estaba leyendo El Mundo, me hizo un gesto y me susurro: Mira esta foto, está tomada en Santander. En ella se veía, a las puertas del edificio de un organismo público, a un guardia de seguridad que con el puño derecho en alto parecía que iba a hostiar a un sindicalista que parecía medio caído en el suelo. Conocía a ese guardia. Era mi cuñado. Entre lívido y aturdido le dije a Walter que luego le llamaba, que acababa de ver algo a lo que no daba crédito. La foto era demoledora. Brutalidad policial. El pobre sindicalista peleando por sus derechos mientras un animal vestido de guardia de seguridad le reventaba la cabeza.
Luego confirmé que la cosa fue exactamente al revés. El sindicalista golpeó al guardia, le rompió las gafas, que salieron volando, y le hirió en la parte derecha de la nariz, herida que no se apreciaba porque la foto mostraba el otro perfil del agredido. El guardia le agarró por el pecho y amenazándole con el puño derecho le invitó a que se fuera o le endiñaba dos hostias. Qué menos. Nunca hubo agresión.
Y esto no es una versión interesada de los hechos, no. Fueron dispuestas a disposición del guardia agredido, como prueba en un juicio posterior, los vídeos tomados por las cámaras de seguridad que rodean dicho edificio estatal y que confirman los hechos tal y como los cuento. Cuidado con lo que vemos.

jueves, 16 de febrero de 2012

COMO OTRA PUÑALADA

Permítanme la vanidad pero creo conocer bastante bien la figura de Baltasar Garzón. Dos libros sobre su vida y obra, más el seguimiento puntual de sus andanzas judiciales, me permiten tener la información suficiente para hablar desde el conocimiento y no desde el sectarismo, tan extendido entre la izquierda extraviada que nos habita.
Nadie con dos picogramos de frente pondría en duda las tardes gloriosas que el Juez Estrella brindó en faenas memorables donde los toros, de cornamenta indescriptible, parecían imposible de someter: su lucha contra ETA y contra su aparato logístico y económico; su lucha contra el narcotráfico, averiándoles, una y otra vez, la lavadora que utilizaban para blanquear su mierda; su determinación, aunque también le movieran vendetas políticas, para mandar al talego a “casi” todos los responsables del terrorismo de Estado que tanto me avergonzó; su insistencia en impedir que dictadores asesinos durmieran a pierna suelta... Nadie, con sentido común, lo pondría en duda.
Pero tampoco nadie, con memoria y con decencia, puede omitir que también hubo tardes en las que los almohadillazos caían desde el tendido al ver como otros toros, por no poner la muleta en su sitio, se iban hacia los corrales vivitos y coleando al sonar el tercer aviso.
Pero vayamos, como diría el dueño de Clearasil, al grano. El santo sacramento del Derecho de Defensa, que garantiza la justicia hasta para el más abyecto de los criminales, no se lo puede saltar, salvo en casos de terrorismo, ni Garzón, ni Fungairiño, ni Sergey Bubka. Como finalizaba la editorial de El País del 17 de octubre de 1995 sobre el requerimiento de Garzón para que se le entregaran los llamados papeles del CESID, sometidos a secreto oficial, sobre la bozofia de los GAL, “ningún fin, ni siquiera el de conocer toda la verdad sobre los GAL, justifica pasar por encima de los procedimientos. El principio de que no todo vale rige tanto en la lucha contra el terrorismo como en la investigación de los delitos cometidos a su amparo”. Amén, aunque huela a podrido, amén.
Si a este flagrante caso de prevaricación, sentenciado unánimemente por el TS después de que el Juez Mediático recusara a buen puñado de jueces, le unen ustedes la cantidad de cadáveres que Garzón dejó por el camino y que como The Walking Dead persiguen la sombra del magistrado allá por donde fuere, entre ellos Felipe González y sus acólitos de entonces, se dan todos los elementos para que la tormenta perfecta cayera, sin remisión, sobre el juez que ya no lo será. Y crean que me duele. Como otra puñalada. Y van mil.

miércoles, 1 de febrero de 2012

CAMARADA COMPAÑERO

Mi capacidad de asombro, al igual que la de ustedes, supongo, es como la puñetera crisis: insondable, elástica hasta los confines del universo y con más capacidad de aguante que Gorostiaga agarrada a las crines del caballo que en sus manos no pasó de percherón. Me explico.
Esta semana a la deriva, el que fuera Emperador de Madrid, don Hirohito Gallardón, se descolgó con una reforma del sistema Judicial necesaria, urgente para el restablecimiento democrático y tan valiente como imprescindible. Pero no es la reforma judicial lo que me ocupa. A unos les parecerá bien, a otros mal y el resto ni sabrá ni contestará. Habrá que esperar para conocer los detalles de la misma y cómo será su desarrollo vital. Lo que me ha conmovido, hasta el estupor, es escuchar o leer las reacciones de  ciertos dirigentes ¿progresistas? ante el anuncio del ministro Gallardón. Vamos con ello.
A las pocas horas del anuncio de la reforma una de las grandes esperanzas blancas del PSOE, Eduardo Madina, publicó en su Twitter el siguiente comentario: “Ruptura del PP del pacto por la justicia: El CGPJ ya no nacerá de la voluntad ciudadana en las urnas. Será puro corporativismo privado”. ¿Ruptura? ¿De qué? ¿Cómo se puede romper algo que está deshecho? ¿Cómo se le puede llamar ruptura a intentar devolver a la Justicia la credibilidad que perdió cuando Guerra sentenció que Montesquieu había fallecido bajo las botas de la partitocracia indecente que nos arrebató la representatividad ciudadana? ¿Cómo sentirse satisfecho cuando la Justicia depende más del juez que te toque en suerte que de la aplicación estricta de la Ley? ¿Cómo se puede creer en una Justicia previsible en función de si la mayoría del Tribunal es progresista o conservadora? Sigue diciendo este aspirante a bolchevique que “el CGPJ ya no nacerá de la voluntad ciudadana en las urnas”. Evidentemente camarada. Es lo que tiene la separación de poderes, que no se puede controlar todo, absolutamente todo, por el hecho de ganar en una rifa cada cuatro años. Una parte la designará, como manda la Constitución que ustedes han apaleado, el Congreso y el Senado, y el resto lo deberían decidir no sólo los jueces, sino que habría que extender la composición del CGPJ a otras ramas del ámbito judicial como secretarios judiciales, abogados y fiscales.
Y acaba el ínclito compañero afirmando que “será puro corporativismo privado”. Aquí, y para nuestra desgracia, el único corporativismo privado es el chiringuito que tienen ustedes montado y que encima les pagamos todos los ciudadanos. A los unos y a los otros. Esperemos que Montesquieu veintisiete años después, y al tercer día, resucite.

domingo, 22 de enero de 2012

COMO SANTO TOMÁS

Los tienen cuadrados. Y de plomo. Tras el anuncio del ministro Montoro de incluir en la Ley de Transparencia responsabilidades penales para aquellos desalmados, léase políticos manirrotos y despilfarradores, que gasten más de lo presupuestado, llevando a sus conciudadanos a cargar con deudas durante quinquenios y quinquenios por sus decisiones irresponsables, han saltado desde la izquierda y desde los medievales nacionalismos, con la virulencia de Sergei Bubka, contra esa ley por la que la mayoría de los españoles suspiramos.
He de reconocer, muy a pesar mío, que cuando vea a algún político entrar en la trena por haber tomado decisiones irresponsables, poniendo en un brete la economía y el sostenimiento del llamado estado del bienestar, seré feliz. No porque un señor vaya a la cárcel, que no se lo deseo a nadie, sino porque volveré a creer que en este país, como en los países civilizados, en que la hace la paga.
También cabe recordar que tanto el PSOE como el PP estuvieron de acuerdo en la reforma del Código Penal, que entró en vigor en diciembre de 2010, y donde eximieron a los gestores públicos de cualquier responsabilidad penal durante su mandato, incluyendo en esta exención a partidos políticos y a sindicatos. Con dos pelotas y sin ponerse colorados.
Cualquier empresario o autónomo que tome decisiones que pongan en peligro su empresa, o que oculte facturas, o que se salte la ley sufrirá, con el peso de mil Faletes, las iras de la Administración o el escarmiento judicial correspondiente. Y mientras, los intocables de Elliot Ness, construyendo aeropuertos fantasmas; olvidando naves escondidas donde ocultar el despilfarro que a muchos enriqueció; inaugurando palacios de deportes y de congresos y exposiciones que quedarán desiertos; repartiendo subvenciones estúpidas como quien reparte forraje para su ganado; inventándose empresas públicas que esquivan el control parlamentario donde colocar a sus correligionarios a costa de nuestros costillares; pisoteando los presupuestos y disparando el déficit allá donde a ellos, sencillamente, se la suda; distribuyendo tarjetas de crédito sin límite que nos han llevado al límite de nuestra paciencia. Por esto, y por muchas cosas más, cuando vea a uno de esos intocables entrar en el talego aplaudiré con las orejas.
Y si lo hicieran con carácter retroactivo, cosa que no harán porque muchos de ellos se sentarían delante de un juez, mejor que mejor. Me revienta los higadillos que los mismos que abrieron estas vías de agua sean los mismos que quieran seguir pilotando el barco que han estado, o están, a punto de hundir. Hasta que no le vea, como Santo Tomás, no lo creeré.

lunes, 16 de enero de 2012

MUCHA POLICÍA POCA DIVERSIÓN

Dentro del Proyecto Carlos, una iniciativa artística apoyada por el Ayuntamiento de Santander, se colocó esta frase acuñada por el grupo Escorbuto, allá por los años 80, en unos carteles ubicados en una rotonda. La indignación se apoderó de los sindicatos policiales de Cantabria que exigieron la inmediata dimisión del concejal de cultural. De esta polémica nace este artículo. 


Había pensado titular este artículo “Haz el amor y no la guerra”, pero visto lo visto, a lo peor, el ministro de defensa me fulmina por incitar a los españolitos a dejar el Ejercito y animarlos a que vayan por la calle, cambiando el fusil por preservativos y bolas chinas, fornicando por las aceras.
También he estado barajando la posibilidad de titularlo “Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver”, pero leído lo leído, a lo peor, los sindicatos de médicos y enfermeras presentan una querella criminal contra este pobre titiritero por empujar a nuestros jóvenes a los brazos de las drogas más dañinas. Seguro que se suma a esa denuncia el director general de Tráfico alegando que no se puede vivir más deprisa de 120 Km/h y pediría mi extradición por animar a correr como cabras locas por esas autovías del demonio. Sólo tendría el apoyo de los maquilladores de cadáveres: dejar un fiambre bonito siempre facilita su trabajo de recomposición estética e inerte.
En algún momento, aunque fugaz, se me pasó por la cabeza encabezar este alegato con la frase “Se lió una gorda”, pero presentía que la Asociación de Obesos y Obesas intentaría empapelarme por ofender a todos aquellos cuyo masa corporal es, definitivamente, una exageración. O “Hagámosles un calvo”. En esta ocasión sería la Corporación de Alopécicos la que pretendería que pasara una buena temporada a la sombra santoñesa del Dueso. Y así, siempre molestando a alguien, uno llega a la conclusión de que aquellos que se la cogen con papel de fumar quieren obligarnos a todos a que nos metamos la libertad de expresión en el cajón más escondido de la habitación más oscura.
Es lo que tiene la libertad de expresión, que a veces no gusta, que a veces molesta, que a veces incomoda.
Nos estamos convirtiendo en una sociedad hipócrita, lacrada en la boca, políticamente correcta hasta hasta extremos inquisitoriales y eufemística hasta el ridículo: por eso España nunca va a la guerra y siempre acude a misiones de paz, como en Libia.
El slogan acuñado por Escorbuto, “Mucha policía poca diversión”, es un axioma para la gente joven. Y todos sabemos que, cuando eres mozo, si la policía entra por la puerta la diversión salta por la ventana. Siempre fue así.
Intentar ver en esa exposición falta de respeto al trabajo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado me resulta, sencillamente, pueril. Por otro lado, aducir que no se puede financiar con dinero público este tipo de trabajos, sería tanto como censurar previamente lo que se puede o no hacer. Y el dinero público es para todos, me guste lo que hagan o no ¿Límites? Un tocho titulado “Código civil y penal”. Recuran a él, ya verán que sentencia tan divertida les devuelven.

martes, 10 de enero de 2012

RECORTES EN LA YUGULAR

La verdad es que no sé que hacer: si tirarme al tren o tirarme al maquinista. De momento, esperar. Prudencia. Mi Yo maquiavélico me pide que empiece a repartir gallifantes como repartiría guantazos Urtáin; mi Yo angelical que aguante los sermones divinos como quien ve llover, como si no fuera conmigo el apaleamiento al que nos va a someter el gobierno de Rajoy. Y entre duda y duda, ando ligeramente contento. Más que nada porque después de 45 años -aunque sólo aparente 44 y medio- de verme dirigido por políticos españoles, ahora me gobiernan desde Bruselas, y dada mi experiencia con los dirigentes patrios, qué quieren que les diga, creo que salimos ganando.
Y la primera en la frente. Que a los patrones del PP les pille de sorpresa la desviación del déficit es tan infantil e indecente que da náuseas. Fíjense, señores ciudadanos, que el gobierno de Zapatero, ése que ha mentido sistemáticamente hasta cuando daba la hora, siguiendo fielmente su trayectoria nos la ha vuelto a meter doblada y por esa desviación que no esperábamos les vamos a estrangular como a pollos y les vamos a subir los impuestos a la altura del Teide. Y yo con estos pelos.
Antes de subir la presión fiscal hasta el punto de acabar metidos en una olla en la que se nos van a cocer hasta las pelotas, hay un montón de sitios donde meter la tijera para adelgazar este mastodonte que nos ha llevado a todos, de la mano putrefacta de Zapatero y sus acólitos, sin olvidar los abusos del PP en comunidades que no voy a nombrar, hasta el abismo más abisal. Tal y como señala un informe elaborado por UPyD, elogiado por el mismísimo Financial Times, la reestructuración de los ayuntamientos en España nos llevaría a un ahorro anual de 16.000 millones de euros. Sí, han leído bien, 16.000 millones de euros, más de 2 billones y medio de pesetas. En Gran Bretaña han pasado de 1.500 corporaciones locales a 400; en Grecia de 5.300 a poco más de 1.000; en Bélgica de 2.359 a 596; en Alemania de 25.000 a 8.400; y en Francia; y en Italia...
Como muestra un botón: España cuenta con 8.112 ayuntamientos, casi tantos como la todopoderosa Alemania pero con poco más de la mitad de su población, y en más del 80% de ellos viven menos de 5.000 personas.
Espero que tras los recortes, que más que un asunto de emergencia nacional parece un golpe de autoridad frente a Europa, llegue la reestructuración del Estado sin complejos, sin tibiezas y sin remisión. Si es así, puede que los recortes sirvan para algo; si no, sólo serán recortes en la yugular, y nos desangraremos.